domingo, 11 de octubre de 2009

Memorias de un Templario Negro.

No hay perdón para nosotros. No hay perdón para mí.

Dicen que errar es humano y perdonar, divino. La divino y la Iglesia no podían ser cosas más dispares y diferentes. Como última voluntad, como último grito a la vida y a la humanidad, comienzo a escribir. Baño la punta de mi querida pluma de ángel en tinta, y comienzo a intentar conseguir con la palabra escrita todo aquello que no se podrá con conseguir con la espada.

En cuanto a ellas, espero que no sufran, o mi castigo será mayor y mi condena, eterna.

Derramaré mi sangre sobre el papel, desangraré toda mi historia en tinta. Mi esfuerzo no será vano si al menos conmuevo a un alma que intenta buscar el bien más allá de la verdad. Con uno solo que haya leído esto, me bastará. Sé que mi esfuerzo puede ser inútil, puede que estas páginas sean desintegradas en llamas, en el fuego del fanatismo, calificada de herejía, y mi nombre ridiculizado. Pero he cambiado mucho, y Dios sabe que tengo que intentarlo antes de caer en el pozo del olvido. No sé si iré al cielo, o siquiera si hay una vida más allá de la muerte, pero si sé que ganaré la immortalidad a través de la palabra escrita. Unas palabras atrapadas en papel, que recordarán a quién las escribió.

Mi fe en la Iglesia Angélica ha sido a lo largo de mi vida una auténtica cruz para mi alma.

Mi nombre angélico es Isaac. Y esta, es mi historia.

1 comentario:

  1. Te odio, ahora me ha entrado el mono de dirigirte xD.

    Eres achuchable, lo sabes?

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