lunes, 28 de septiembre de 2009

Gracias por no dejarme dormir.


Hacía un tiempo horroso, se notaba en el ambiente la calma antes de la tempestad, el océano estaba medio enbravecido y el frío se invitó cogido de la mano con la humedad, y para colmo las nubes no parecían ser comestible y esponjoso algodón, sino una negra y mojada servilleta a punto de ser estrujada. Era el día perfecto para que se refugiara y durmiera por fín, pero, ellos no le dejaban. Estaban todo el día gritando, corriendo, riéndose estruendosamente, y por mucho que se giraba de un lado a otro en la cama, no conseguí conciliar el sueño. Hasta probó dormir debajo de la pequeña almohada. ¡Nada! ¡Que no podía!

Abrió un párpado para espiar sin querer a esos locos bajitos que no le dejaban dormir. Uno rubillo corría detrás de una de ellas dando saltos, otros se balanceaban en un neumático, otros gritaban de forma chillona y reían sin parar, y otros se iban al mundo yupi en su propia imaginación.

Se levantó en la cama de cintura para arriba, y con una mueca irritada los miró atentamente. ¿Qué hacían esos locos enanos? Acababan de capturar un barco...naufragado en la arena. Solo a ellos se les ocurriría hacer semejante estupidez.

Ya si que no aguantaba, se habían subido todos los enanos a un mastíl del barco, en el que, la falta de espacio vital no parecía ser un problema para ellos. Ahora les gritó desde su refugio.

-¿Quéreis dejar de hacer ruido?A algunos nos toca dormir ya para siempre


Los enanos se rieron, no de él, pero se lo tomó como una ofensa. Y en vez de hacer más ruido o de gritarle que se callara o que les dejara en paz, hicieron algo insólito. Ellos les invitó a que se uniera.


Él se lo pensó, y se sorprendió a si mismo queriendo subir al mástil con ellos y gritar como ellos.

"Pero debo dormir ya ¿No? Quiero decir, ya me toca dormir para siempre"

No se dio cuenta de que mientras pensaba esto había trepado hasta arriba con aquellos enanos. Y aún más se sorprendió cuando llegó arriba y pensó que había merecido la pena.
"No tengo sueño"
Entonces, y sólo entonces, cuando llegó arriba, el niño que hay en mí sonrió picaronamente:

-Gracias por no dejarme dormir para siempre, pequeños tarados.


Y desde allí, marcamos nuestro rumbo, prestos a que nada impidiera continuar la aventura que habíamos comenzado todos juntos. Ahí, señalando nuestro destino al que algún día llegaremos, y el viaje acabará. Pero nosotros tomaremos la ruta más larga y complicada. Como niños.
Gracias.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Una rosa de fuego para tí.

Una rosa para ti. Una rosa para quienes hayan sido amados una vez, y todo fuera una mentira. Una rosa para los que están solos días y noches. Para los que su única compañía es su soledad. Para los que solamente encuentran el descanso en el desangramiento de su pluma sobre el papel. Para los estúpidos o demasiado buenos Para los que lloraron por alguien que no les merecía.Para los que se quedaron llorando por alguien que les dejó llorando, y se fueron felices.

De entre los pétalos negros y fríos florecerá una rosa ardiente.
Que ofrece su jovial olor primaveral a aquellos que aprecien su belleza.
Y desangrará con sus espinas a los que quieran dañarla.

No llores. Que la culpa pese a quien hicieron daño innecesariamente a corazones dolidos.

No te fies de nadie, no te fies de tu sombra, ni siquiera de tí mismo. No te fies de amigos, familiares...ni siquiera te fies de la persona que dice que te ama.

Fíate de quién te lo demuestra.

La rosa de fuego quemará a quien no sea digno de sus sentimientos y a quien los oculte aunque sea para no hacer daño. Quemará a quien huyó sin decir nada sin motivo alguno.


Quemará.

El bosque del Hada Mingsshu

Él estaba seguro de que se habían perdido. Delante de ellos se podía ver un verde bosque.
-¿Dónde demonios estamos Maia?
La niña se giró para mirarle sin ver, acariciando el gato negro que llevaba en sus brazos.
-En el Bosque del Hada Mingshu- respondió sombría.
Por supuesto, él había oído hablar del mítico bosque, pero siempre había creído que eran cuentos para niños, ya fueran para dormir como para que no. Siguieron caminando por el linde del bosque pisando las hojas caídas de los árboles.
Él se detuvo y ella siguió caminando adentrándose en el bosque, al no oír los pasos de él, Maia se detuvo.
-¿Tienes miedo?- le dijo ella con una sonrisa, intentando que el gato negro no se le escapase de entre las manos.
-¿Yo? De qué iba a tener miedo. El horror de la batalla es mi vida. He mirado la locura a los ojos, y dudo de que esté realmente cuerdo. He visto a la muerte cara a cara, y me ha dicho que hay cosas peores que ella misma. He visto cosas que ni siquiera podrías llegar a imaginar. Espero que nunca las veas.
Ella sonrió y entrecerró sus blancos ojos, buscándole con la mirada. Él se reajustó el sombrero picudo.
-No estés tan seguro. Pero tranquilo, no las veré, al menos no con los ojos. Vamos.
Él no se movió.
-Espera, no sabemos lo que hay en ese bosque, podría estar corrupto.
Maia parecía estar cansándose.
-Sabía que tenías miedo. Todos los cazadores de brujas sois iguales, tenéis miedo de lo que no conocéis. ¿Qué vas a hacer entonces, quemar el bosque?
-Sabes que no. Pero… ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué sabemos del Hada Mingshu?
Maia bufó.
-¿Importa eso? Solo sé, que la esperanza de evitar que Lilith rompa el último sello se encuentra en ese bosque, o puede que en sus habitantes.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo he visto.
-¿Otra vez tus sueños?
-No son simples sueños. Es el futuro, aunque sea borroso e incierto. ¿Por qué crees que los cazadores de brujas me querían en la hoguera? Te creía más listo.
Él carraspeó. Cuando quería, Maia sabía sacarle de sus casillas. A veces se volvía odiosa a pesar de su aspecto infantil y adorable.
-No sé por qué confío en ti, después de todo, eres una bruja.
-Entonces ¿Por qué me salvaste de la hoguera?
-¿Por qué? Vi la fuerza de mi hija en ti cuando te miré a los ojos. Por eso no prendí fuego a la pira donde estabas atada. Supongo que después de perder a mi hija comprendí que la pureza se lleva en el corazón, y no en la influencia que tengan los Dioses sobre tu cuerpo mortal.
-He de reconocer que sólo dos personas lograron capturarme. Tú tuviste suerte, pero Salem Traugott no-dijo muy feliz acariciando al gato negro- ¿Verdad Salem? Mira como le gusta que le arrasquen la tripita a Salem. Mira como ronronea. Que mono es-parecía realmente feliz. Maia soltó al gato negro a la hierba- Venga Salem, guíanos.
Salem echó a andar hacia el Bosque de Mingshu, haciendo sonar su cascabel, seguido de Maia y detrás, yo.
-Te lo advierto-comenzó a decir Maia-lo que tengas que afrontar en el bosque, lo harás solo.
“Entraré solo para acabar contigo Lilith, por lo que le hiciste a mi hija, nuestra hija. Porque te odio tanto como te he amado”
Cuando se adentró en el bosque pensó:
“Ya no hay vuelta atrás”