sábado, 18 de junio de 2011

El amor puede encender las estrellas

Hoy, una vez más, vas a sacar de mí una comparación estúpida. Escuchame y siente mis palabras...
Túmbate y despeja la mente. Olvídate un momento de lo que crees que eres o de lo que los demás quieren que creas. Estira los brazos, siente la hierba fresca y por una vez escucha lo que el viento puede susurrar. Ahora...abre los ojos.

Mira el cielo nocturno.
Pierde tu mirar en el firmamento.

Apenas quedan estrellas ya ¿verdad? Están desapareciendo de nuestro cielo con el paso del tiempo. No porque nadie se encargue de encender los faros allá arriba, sino porque nuestra propia luz nos ciega. Algo así nos pasa a las personas, que podemos a llegar a centrarnos tanto en nuestra propia luz, que no nos deja ver la de los demás.


Algo así me pasó a mí...
Cuando yo estaba a oscuras, pude ver lo intensa que es tu luz.



Pero no todas las estrellas han dejado de verse en el cielo nocturno, hay algunas que aún se mantienen colgadas de la bóveda celeste, reticentes a seguir a las demás. Esas pocas estrellas que se pueden ver en la ciudad.


Tú eres como una de esas estrellas que aún se pueden ver. Eres como una de esas velas que mantienen a ralla la oscuridad: pequeña, luminosa, natural, graciosa, misteriosa.

Pequeña, porque las cosas buenas son escondidas para que solo las encuentre quien lo merezca.


Luminosa, porque tu sonrisa puede iluminar hasta las estrellas.


Natural, porque a pesar de estar rodeada de océanos de oscuridad, sigues brillando con tu luz.


Graciosa, porque titilas al contrario que las demás.


Misteriosa, porque nadie sabe para quién brillas...




Eres igual que esa estrella que desafía al resto por querer seguir siendo ella misma y seguir donde quiere estar. Debe darte igual cómo brilles o de qué color sea tu luz. Simplemente, debes tener luz propia.

Y la tienes...
esa estrella y tú sois iguales: irradiais vuestra propia luz. Y como ella, sólo se puede contemplar tu verdadera luz y grandeza si estás cerca. Sólo así uno puede contemplarte de verdad.


Es cierto que acercarse a una estrella puede ser peligroso porque siempre puedes ser dañado, incluso que puedes acabar quemado...

A mí no me importaría quemarme.


Sigue adelante, no te rindas, eso es lo que realmente marca la diferencia. Tienes todo el tiempo del mundo y lo mejor es que ya has despertado. Eres infinítamente más de lo que yo fuí hace poco. Te he visto como niña y te he visto como mujer. Y ya quisieran personas "adultas" la madurez que has llegado a tener en las ocasiones debidas. Y a pesar de ser ya todo eso...tienes aún todo el camino por delante.


Y aún así, piensas que no eres gran cosa.

Y aún así...

Me has hecho reír como un niño.
Me has hecho actuar como un adolescente.

Me has hecho pensar como un adulto.
Me has hecho arder como nunca podía haberlo hecho.

Me has hecho llorar ¿acaso no lo creíamos imposible?

Me has hecho amar...eso es algo que no ocurre todos los días.

Y aún así...no te crees especial.
Pero para mí sigues siendo esa estrella que brilla en medio de la oscuridad.


Y brillarás más, porque el amor puede llegar a encender las estrellas.


Ya lo verás...es una promesa.