sábado, 27 de junio de 2009

Resident Evil. Silencio mortal. (I)



Corre, corre, corre... ¡más rápido!




Una vez más Jill escuchó la voz de su padre cuando era una niña y le enseñaba el arte de robar “Muévete Jilly, piensa con rapidez”




Y eso hizo…



Todo había ocurrido muy rápido, mientras corría intentaba concentrarse para recordar qué demonios acababa de pasar. Todo lo sucedido pasó por su mente muy rápido. Habían bajado del helicóptero al ver que el de sus compañeros estaba derribado en medio del bosque de las montañas Arcklay. Habían cogido unos pocos pertrechos y se movieron hasta el helicóptero humeante de la forma más sigilosa posible…no había nadie, al menos alguien vivo.



Jill no estaba preparada para lo que vió.



…Kevin.



El joven piloto del equipo Bravo de la unidad policial de S.T.A.R.S (Servicio Táctico Armado de Rescate y Seguridad) tenía el rostro ensangrentado de sangre seca. Había muerto con una expresión de horror que nadie le hará cambiar jamás



Ni rastro de los demás.



Un grito entrecortado de Chris interrumpió sus pensamientos y la devolvió a la realidad actual y presente, que era de momento, correr para salvar la vida.



-¡Jill, cuidado!



Esquivo la raíz del árbol en el último momento, si se hubiese caído, ahora mismo estaría destripada por aquellos depredadores.



Recuperando la carrera, intentó de nuevo concentrarse; y se acordó de que después de encontrar el cadáver de Kevin, Joseph Frost, el miembro de S.T.A.R.S de su división con mayor talante, estaba gritando en mitad de una orgía de sangre. Había lo que parecían dos perros enormes que apenas tenían piel, y la única que le quedaba le colgaba, amenazando con caerse del pútrido cuerpo. Jill se había quedado paralizada, la mano de Chris agarrando la suya le hizo reaccionar para correr…



Así empezó la persecución. Ahora recordaba por qué corren todos, incluido ella.



Wesker iba delante y parecía muy seguro de adónde iba. Le siguieron, no porque fuera el líder de S.T.A.R.S, sino porque era el único que mantenía el control en esa situación tan terrible. A Barry se le notaba ya el paso de los años, iba el último y se agarraba el costado mientras corría, siempre sin soltar su querida mágnum de calibre 357. Ya casi les iban a dar alcance, pero ya estaban cerca de su helicóptero, debía de estar cerca…pero para su desgracia no aparecía…al menos en tierra.



Escucharon el sonido lejano de un helicóptero alejarse. Brad, el piloto, había vuelto a acobardarse dando justicia a su apodo “corazón de gallina” en el equipo de S.T.A.R.S.



Chris gritaba totalmente desesperado, y en los ojos se le podía atisbar un pequeño brillo de locura.



-¡¡¡No, no te vayas!!!¡¡¡Vuelve!!!¡¡Brad!!¡¡Brad!!¡¡Sácanos de aquí!!



Jill tenía espasmos en las piernas de tanto correr, no le quedó más remedio que seguir a Wesker, que había reanudado la carrera. Los demás hicieron lo mismo.



Corre, corre, corre... ¡más rápido!



Eso era todo lo que había ocurrido…hasta ahora.



Otro grito de Chris le sacó de sus pensamientos.



-¡Jill, corre a la casa!



“¿La casa?” se preguntó ella.




Jill empezó a ver una gran mansión asomándose entre los árboles del horizonte. Los perros casi les tenían a su merced.



Era todo un milagro…la puerta de la mansión estaba abierta.



Cerraron la puerta de un golpe y algo que iba detrás de ellos se estrelló contra la puerta brutalmente, frustrados por no poder atrapar a una presa tan cercana. Chris miró nerviosamente a los presentes, Jill, Wesker y Barry.





La sala principal estaba imbuida por un silencio sepulcral…y no era nada tranquilizador.




Silencio mortal.

















Han escapado a la mansión…






…donde creían estar a salvo.


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