sábado, 31 de diciembre de 2011

Carta a un Engel

Realmente no sé ni cómo empezar a escribir esto…realmente no sé qué es lo que quiero expresar, ¿Una explicación? ¿Pensamientos? ¿Una despedida? ¿Un recuerdo?

Bueno, Galadriel, aquí parece que se separan nuestros caminos.
Si te ha llegado esta carta, es que ya ha pasado el tiempo suficiente como para que te hayas dado cuenta de que Amelia y yo ya no nos encontramos entre vosotros. Hemos decidido partir juntos en busca de algo que perdimos hace tiempo y que nos es muy preciado. El motivo que me inspira esta carta no es burlarme por haberte mentido, porque me imagino que estarás indignada de que no hayamos confiado en ti…nuestra marcha estaba premeditada y, de hecho, casi nos descubres. ¿Entonces, qué es lo que me ha impulsado a no confiar en ti? Lo que me impulsa no es la desconfianza, sino la amistad. Es la amistad lo que me impulsó el no querer contar contigo en nuestra “misión”, es la amistad lo que me obligó a mentirte, a engañarte, a ocultarte nuestra marcha; es la amistad lo que me motiva ahora a no alentarte a volver a vernos, porque ni siquiera sabemos qué es lo que nos depara nuestro destino. Sí, puedes verlo como desconfianza por mi parte, pero realmente yo veo todo lo contrario: confiamos en que pienses en los tuyos y te aferres a la felicidad que se te brinda ahora junto a Noxel, ¿Acaso no debes pensar también en su felicidad? Si marchas a buscarnos, él irá detrás aunque le implique la misma muerte contra la que se enfrenta todos los días. No sé si estarás enfadada con nosotros o si estarás maldiciendo mi nombre durante el fin de los tiempos, pero lo cierto, es que mi confianza es tal, que te entrego una de las cosas que más amo en esta vida: a mi hija Lois.

¿Sabes?, aún recuerdo cuando nos la encontramos en ese mercado de esclavos de uno de los muchos pueblos de paso por los que cruzamos en nuestras primeras misiones. La niña se escapó de la fila de niños famélicos y sucios y se acercó a Miguel para tocar una de sus alas. Con esa carita tan graciosa que tiene de no haber roto nunca un plato intentó conseguir una de sus plumas, por aquél entonces blancas. Lo hacía, simplemente, porque creía que se le iba a conceder un deseo. Miguel se mostró bastante arisco con la niña y la apartó con una palabra y yo, en un ataque de dolor ante lo que mi Iglesia permitía a ese pueblo, gasté gran parte de mi sueldo para que la liberaran. Recuerdo las miles de advertencias que me diste mientras el sucio señor de los esclavos la liberaba: “No podemos hacernos cargo de una niña”, “La niña sufrirá con nosotros”, “Tendrás que hacerte cargo de ella” "No debería estar aquí". Incluso Kanpekiel te apoyaba, y yo no quería escucharos. Me convencí de que esa niña no iba a tener una infancia como la mía.
Es cierto que todo lo que me advertisteis pasó, pero lo más cierto es que ahora a ti se te cae la baba cada vez que ella se te acerca y te da uno de sus inocentes abrazos.

Cuando pienses que estás sola, que te sientes inútil o incluso que te la he jugado: piensa que te he mandado una de las misiones más importante y difíciles: cuidar de Lois…pues menudo trasto es, se meterá en líos continuamente. Si de verdad quieres ayudarme a cumplir mi destino, sea el que sea…haz que Lois crezca sana, feliz, que llegue a ser una gran mujer. Confío en ti.

Si por alguna razón no vuelvo a veros, quiero que seáis felices, todos. No quiero que me hagáis ni siquiera una ceremonia fúnebre en mi nombre. Si por cualquier motivo encontráis mi cuerpo, sólo el mío, no quiero dejar rastro en este mundo, quiero ser incinerado y que mis restos sean esparcidos donde quiera Lois. Y si Dios nos depara la muerte a Amelia y a mi, quiero que me entierren junto a ella, tomándola de la mano si es posible, allá es donde se encuentra mi cielo. Quiero que consueles a nuestra hija, que le digas todas las noches antes de dormir que la queremos, y ante todo…que no la hemos abandonado. Dile, si no volvemos, que su papá y su mamá no están ni en cielo ni en infierno, sino que viviremos en todos sus gestos, abrazos, besos, hechos… vivimos en ella.

Si alguna vez, cuando crezca…se pregunta quiénes fueron sus padres, cuéntales todo por cuanto luchamos y cuanto sufrimos. Y si no le es suficiente, dale las siguientes notas y garabatos que te voy a adjuntar con esta carta: son trozos de papeles, pergaminos desgastados y algún papiro roto: en ellos están garabateados mis pensamientos, memorias y alguna que otra oración. Por si alguna vez, ella quiere volver a descubrir quiénes fuimos y por quienes morimos.
Sé que harás honor a nuestra amistad. Dale las gracias a Gorke de mi parte, pues si tenemos alguna posibilidad de volver, será gracias a él.

Que los restos de mi fe en Dios te bendigan, Galadriel. A ti también, Lois, sé que harás que me sienta orgulloso de ti.

Isaac

1 comentario:

  1. Y andandará Galadriel 10 minutos más tarde? Caminiiiiiito del infierno xD

    ResponderEliminar