lunes, 16 de agosto de 2010

A las puertas del Infierno.

El vaivén del barco cesó. Ahora sentía cómo ya no era balanceado por las manos espumosas del mar, sino que todo estaba prácticamente en calma...demasiado en calma. Las sirenas, de rostros absorvidos y cadavéricos nos observaron desde las rocas, abriéndonos paso casi a regañadientes, contenidas. Las olas de la anterior tormenta nos habían hecho avanzar camino incluso unas jornadas.

"Alguien se impacienta"

Era la hora de prepararse.

Espada, dagas, botas, armadura, brazales, cordobés, desintegrador...¿raciones?

Un golpe seco escucho delante mía.

- Las raciones -dice Amelia haciendo revista de la comida- Catorce jornadas de comida: pescado, pescado, pescado, pescado, pescado, pescado...hey, el domingo tenemos carne.

- ¿El día del Señor?-respondí irónico, ella siguió inspeccionando la comida, más bien el pescado.

- Casi mejor no saber lo que vamos a comer.- se tapó la nariz y cerró la bolsa de las provisiones.

-Bueno, vamos a comer allí abajo, que ya es algo.

Silencio.

-Amelia...¿Quién va a estar al mando?

-¿Al mando? Pues no sé, teoricamente lo llevas tú.

-Teóricamente...entonces, ¿deberías acatar mis órdenes?

-Teóricamente.- señaló con énfasis arqueando una ceja, oliéndose mis intenciones.

-Vale...entonces...-comencé mientras intentaba aclarar mis ideas, ella acercó su rostro al mío.

-No pienso quedarme en el barco. Voy a ir contigo.

Asentí con la cabeza apesadumbrado.

-No vamos a morir allí abajo, Isaac. ¿Sabes por qué? Porque tienes una promesa que cumplir, porque nos casaremos. Vamos a sacarlo de allí...

-Lo sacaremos a patadas.

-Sí...me gusta esa idea.-dijo animada aparentemente.

Suspiré, me miré las manos.

-Ni siquiera tenemos anillos.

-No.

-Pero...no los necesitamos.



Después de un largo silencio, titubeos y dudas, la besé. Y cuando lo hice salí con los pertrechos a la cubierta, con paso ligero y sin mirar atrás. Mientras subía la escalera la escuché gritandome desde el interior del camarote.

-¡Isaac! ¡¿Acaso me tienes más miedo que al propio Infierno?!



"Pues casi casi" pensé mientras se me dibujaba una sonrisa, pero no abrí la boca.

Arriba me esperaba el capitán, estaban mis compañeros en posición de descanso, armados hasta los dientes. Me despedí del capitán, había sido un honor ser su huesped en su barco, aunque no le dije nada, solo le di las gracias y nos estrechamos el brazo con el signo de hermandad que caracterizaba a los que luchan junto a los petirrojos. El bote estaba preparado,.

-¡Bajad el bote!

Las cuerdas de los cabos se soltaron suavemente y cuando menos lo esperé, se depositó en el mar.

-Este es el momento de rajaros.- dije lo bastante alto para que me escucharon todos, de repente alguien bajó de entre las cuerdas, con destreza, cayendo en el bote, Nicholae.
-Pues hazlo tú.- dijo con una sonrisa.

"Que luego no digan que no les di la oportunidad. Que así sea."
-En marcha.
-¡Cortad las cuerdas!-gritaron de arriba.

El bote se soltó y quedó al merced del mar. O más bien del remolino que formaban las aguas alrededor del Inferno, el mar danzaba alrededor de la enorme columna de fuego como una adoración y un suplicio. Solo tuvimos que dejarnos llevar. El bote comenzó a ir lento, hasta quedarse delante de la columna de fuego, era cuestión de tiempo que nos absorviera, así que había que comenzar la prueba. Quiénes de nosotros iba a ser aceptado por el infierno y quién arderá en él. Nos pusimos de pie frente a la columna mientras girábamos sobre ella mientras nos azotaba un viento agresivo candente.
-Es la hora.-dije cerrando los ojos, enfrentandome al aliento del fuego.

"Es el momento, Infierno...¡Acepta mi alma, no puedes rechazarla, Señor de las Moscas, es mi destino, es una promesa lo que te ata a que me abras tus puertas!"

Introduje mi mano en la pared de fuego. Ningún dolor.

-¿A qué esperamos?- dijo Josué saltando de cabeza al interior.
"¡Idiota, no sabemos si nos acepta a todos!"
-Insensato.- mascullé entre dientes saltando detrás de él.

El resto cayeron después. Entramos en una ventolera de ceniza....


Acabábamos de cruzar las puertas del Infierno.

2 comentarios:

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  2. Más te vale sobrevivir y volver con nosotros. No solo Lois te espera con anhelo

    - Galadriel -

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