jueves, 10 de noviembre de 2011

Introitus

No hay perdón para nosotros. No hay perdón para mí. Nunca lo hubo.
Tantos años buscando el perdón. Tantos años buscando la redención.

Tantos años desangrados... para descubrir que el único que tenía que perdonarme era yo mismo. Todo este tiempo flagelándome con mis creencias impuestas, con mi idea suicida de salvar a todo el mundo...para llegar hasta aquí. Pero ahora tengo la vista clara, serena...y vieja.

Por mi mirada han pasado muchas cosas terroríficas y otras esperanzadoras. He visto a las gentes ir y venir en caravanas de dolor. He visto los más crueles demonios resurgir de sus tronos de espinas y a los ángeles más decididos caer ante el Tentador. He comprendido la miseria de las gentes y sufrido el poder de la Iglesia Angélica ejercía contra su rebaño. He visto la hipocresía del Póntifex, las miradas huecas de los cardenales, la poca fe de los obispos y las negligencias de los adeptos. He leído biblias santas y escrito versos herejes. He visto la herencia catastrófica del mundo antiguo y el futuro más negro de la humanidad.He visto caminos de todo el mundo conocido he visto gentes de todas partes: de la herética Britannia, de la pura Roma o de la destrozada y enfermiza Jerusalem. Por todos los rincones del mundo he visto iluminados y he visto escépticos; agnósticos; sabios herejes; estúpidos poderosos. He visto caer bajo mi espada tanto amigos como engendros del infierno, tanto inocentes como culpables. He visto nacer niños en mitad de la desesperanza. He visto nacer criaturas que asustarían a la misma Creación. He odiado ángeles y respetado a seres de poca reputación. He escuchado a Lucifer y le he hablado a Dios. He sido soldado de Señor, cruzado de los ángeles, esclavo de la Iglesia, portador de las llamas del infierno, hereje, fugitivo, he sido demonio y humano caído... He sentido el infierno y soñado con el cielo.

Sobre todo, he errado más de lo que ningún humano pudiera hacerlo. Pero también perdoné cuando ni la naturaleza humana me lo permitía. Pero el perdón es lo que a los humanos nos hace divinos.

Dicen que errar es humano y perdonar, divino. La divino y la Iglesia no podían ser cosas más dispares y diferentes. Como última voluntad, como último grito a la vida y a la humanidad, comienzo a escribir. Baño la punta de la pluma de un ángel en tinta. Probablemente a la humanidad le queda un suspiro... éste es mi último intento de conseguir cambiar nuestro fatal destino. Éste es mi último intento de conseguir con la palabra escrita todo aquello que no se podrá con conseguir con la espada.

Gracias a Dios nunca estuve solo. Ellas siempre estuvieron conmigo. Mis dos ángeles...qué quebraderos de cabezas me dieron, y qué esperanzas me dan.

Derramaré mi sangre sobre el papel, desangraré toda mi historia en tinta. Mi esfuerzo no será vano si al menos conmuevo a un alma que intenta buscar el bien más allá de la verdad. Con uno solo que haya leído esto, me bastará. Sé que mi esfuerzo puede ser inútil, puede que estas páginas sean desintegradas en llamas, en el fuego del fanatismo, calificada de herejía, y mi nombre ridiculizado. O puede que mi papel esté vagando por una tierra yerma y gris sobre la que cabalgan los demonios. Pero he cambiado mucho, y Dios sabe que tengo que intentarlo antes de caer en el pozo del olvido. No sé si iré al cielo, o siquiera si hay una vida más allá de la muerte, pero sí sé que ganaré la immortalidad a través de la palabra escrita. Unas palabras atrapadas en papel, que recordarán a quién las escribió.

Mi fe en la Iglesia Angélica ha sido a lo largo de mi vida una auténtica cruz para mi alma.

Este es el tiempo que me ha tocado vivir. Nadie puede elegir su época, pero cada uno cumple con su momento como el libre albedrío le susurra al oído. Yo lo he cumplido intentando salvar a la humanidad de su estigma, de su condenación.

De su muerte total...

Así es la Europa del siglo XXVII: moribunda, superviviente, llena de desesperación con un pequeño brillo de esperanza que nos traen los niños que nacen en esta época oscura. Una época difícil para un Templario de espada y corazón.

Mi nombre es Isaac. Y ésta, es mi historia.

1 comentario:

  1. Excelentes palabras para dar comienzo a una historia. Los caminos de Dios son inexcrutables (o eso dicen) pero el tuyo será distinto a los que se hayan recorrido, a los que se hayan visto. Lleva en tu mano la espada para castigar o salvar, guarda en tu memoria los buenos momentos para levantarte y los malos para aprender de ellos. Protege a tu corazón y vela por los tuyos... pero sobretodo, sobretodo... busca un campo de batalla en el que pelear y gente que luche contigo, codo con codo... Busca tu propio campo de batalla y habrás vendido a la adversidad, te alzarás victorioso bajo una bandera que ondee con el viento de la esperanza.

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