lunes, 25 de octubre de 2010

Memorias de un Templario Negro (XXXIX)

Sí...algún día lo contaré. Ahora lo estoy haciendo, como me juré a mí mismo rodeado de llamas. Hace tantos años de todo eso ya...y sin embargo los recuerdos han dejado unas huellas muy nítidas en mi alma.
La galera izó su única vela en proa el 4 de Febrero del 2647 y los galeotes (los pecadores forzados por la Inquisición y yo, el único voluntario) seguimos remando con fuerza y voluntad. Recorrimos las costas de Europa recogiendo más prisioneros absueltos de los Palacios de Justicia de Florencia y Barcelona, teniendo que esquivar diestramente uno de los Infernos que dibujaban muerte en el Mar Mediterráneo. A través de una de las aberturas de la galera pude echarle un ojo al resplandor del Inferno que asolaba las islas de Córcega y Cerdeña, pero pasamos tan lejos que ni lo vimos, gracias a Dios.
Recuerdo esas cuatro semanas que se me antojaron cuatro meses. Sudábamos día y noche y los descansos eran no mucho más que un suspiro. Dentro del vientre de madera aquejado hicimos nuestras necesidades encima y la ropa limpia y el aire puro se convirtió en un lujo al que no podíamos aspirar ni siquiera en sueños. Criábamos todo tipo de parásitos y olvidamos de que colores eran originalmente nuestras prendas de vestir. Nos hicimos pegajosos, repugnantes, y lo peor es que nos dió igual. Nos hicimos ajenos a todo que no fuera remar y a una vida diferente a esa. Los gritos que pegabamos con cada remo fueron apagándose paulatinamente, perdimos la motivación y la potencia explosiva en los brazos, nos salimos de nosotros mismos y nos hicimos mecánicos y nuestro coro roto fué sustituido por el tambor que aporreaba en andante Juan, el mozo del patrón que me había rapado. Su jovencísimo compañero, Timmy, un niño rubillo de ojillos curiosos y cuerpo huesudo y blanco, repartía los víveres entre la chusma (pan y agua), decidiendo con ojo experto a quién recompensar (con bizcocho y vino aguado) y a quién no. El patrón, Lúan, era un hombre de barba negra enredada y de pelo con tendecia a la caída, su barriga estaba empezando a hincharse y ya llegaba una edad en la que no se podía esgrimir una espada, pero aún le quedaban muchas fuerzas (quedó claro cuando me azotó por no acatar su orden de deshacerme de mi espada), pero gracias a Dios, como ya relaté antes, se lo pensó cuando supo que mi cuerpo, alma y servicio pertenecían al Negro Temple.

Y nadie quiere deber algo a la Iglesia...¿verdad?

La galera al dejar el puerto de Barcelona ya estaba superpoblada, así que el patrón decidió que debíamos reunirnos con la flota de galeras que se estaba agrupando en el puerto de Bizerta, Túnez, para Chipre. Juan, que estaba en la parte de atrás de la galera, relativamente cerca mía, suspiró con nostalgia por encima de sus golpes de tambor.

-Adió tierra mía. Otra oportunidad de volver a casa desperdiciá.

-¿Eres de aquí? De...¿cómo has dicho que se llama esta ciudad?- mi voz salió forzada por el esfuerzo de seguir remando. Normalmente no habría entablado conversación, pero esta vez estaba ansioso, llevaba casi una semana sin abrir la boca, solo para jadear.

-Barcelona. Pero no...yo soy de má al sur. De Granada. Por Andalucía.

-Así que eres de Iberia.

"Una zona conflictiva" pensé amargado como Templario. "Pero por lo que he oído tiene que ser una tierra preciosa" me dije ya pensando como persona.

-Sí. Estoy deseando volver, pero Lúan no me dejaría.

-¿Te obliga a quedarte?

-En cierto modo, sí.

-Explícate-le grité jadeante por encima del barullo de la chusma.

-No le des coba, Isaac, que se exalta.- me aconsejó Marcos, un joven adulto que había acabado en la galera por no ir a misa ni siquiera los domingos, era mi compañero de banco de la derecha. A la izquierda tenía un tipo con un tatuaje a la espalda, cerrado en mutismo.

-Por vasallaje señó Templario.-siguió Juan ignorando a Marcos- Él está obligao por nuestro señó feudal y yo estoy obligao por él, mi patrón. Nada del otro jueves, es típico en tó los laos. Todo empezó a ir mal desde que el señor de Granada aceptó el Juramento de Lealtad Angélico, mardita sea. Ahora todo é una cadena de favores. La Iglesia nos da protección, y nuestro señor feudal José Luis Zulueta- masculló el nombre casi con desprecio-manda a sus vasallos a la servicio militar. Vamo, que etamos tó arrastraos a la guerra. Y encima, nos toca servicio naval. Aunque hay que reconocé que no tenemos que pelearno mucho con nadie. Gracia a la Virgen.

-Vaya.- fué lo único que pude decir, dando por terminada la conversación, pero Juan se emocionó al mencionar el tema de su tierra.

-Ahora viene cuando se mosquea.-me dijo Marcos soltando el remo con su brazo para pegarme un codazo.-Siempre lo hace cuando habla de su tierra.


-¡Y encima, aceptar la protección de la Iglesia nos provoca una guerra con Córdoba!- dijo exasperado golpeando más fuerte el tambor- ¿Se lo puede creer usté? Nos llaman vendío esos zarrapastrosos, pero...¿qué culpa tengo yo? Aquí er pueblo no tiene ni voz ni voto. Si Isabella quiere una guerrilla contra la Iglesia que la tenga, pero a mi que no me meta.


-Juan, estamos hartos de escuchar la misma historia. ¿Tendremos que escucharte decir lo mismo cada vez que entra un galeote nuevo?- Marcos parecía realmente amargado, pero en realidad tenía mucha suerte, en otra galera, que un prisionero galeote le hablara a sí a uno de los "carceleros", (por llamarlos de alguna manera, porque eran también unos mandados como ellos) se le habría castigado severamente, pero Juan era lo que él solía llamar un "buena gente"

-Y más que yo quisiera que no me escucharais nunca má, y quedarme en mi tierra y no vero el careto nunca má.

-Dios mío, cállate llorica.- le contestó Marcos de una forma amistosa, supongo que hacía tiempo que los roces habían creado una conexión entre galeotes y Juan, el "buena gente".

-No me obligues a llamar al patrón, Marcos, que la tenemo.


-Sí...ya me callo.- Marcos puso más empeño en remar, ya había acabado el momento de las bromas.


"¿Es realmente lo que piensa, o intenta ir con cuidado debido a mi relación con la Iglesia? Supongo que sería un poco estúpido criticarla delante de un Templario."

Aunque en realidad, solo me sentía como un niño perdido, no un Templario.


-Algún día volverás a casa.- concluí para animarle y dar por terminada la conversación, estaba exahusto, pero los problemas seguían. Un llanto en el banco detrás de mi creció. Una muchacha rapada lloraba con el corazón encogido y había soltado su remo. La ausencia de pelo hacía aún más impactante unos ojos profundamente oscuros, negros, pero no era eso lo más destacable de su aspecto. Tenía medio rostro lleno de moratones con un corte ya cicatrizado y un ojo hinchado. Por las partes del cuerpo que se le veían tenía aún restos de hematomas. Miré un momento y seguí remando con expresión indiferente, uno ya no se sentía ni con fuerzas para sentir compasión. A los dos minutos Lúan ya había ordenado que la azotaran. Los gritos se hicieron desgarradores, parecía que esa mujer había gritado mucho en su vida y ya estaba cansada de ella. Miré a Juan con sinificado de auxilio, pero me lanzó una mirada impotente, se encogió de hombros como diciendo "lo siento, yo cambiaría esto, pero así es la vida".


Los pasos pesados e inconfundibles de Lúan por la embarcación se hicieron más cercanos. Paró detrás de mí.

-Dejad de azotarla y dejad que descanse. - despotricó mientras yo sentía como me escupía con cada sílaba.- Necesitamos que alguna ramera llegue viva para el ejército.


-¡Por favor! ¡Dejadme libre! ¡No quiero ser la ramera de nadie!- gritó la muchacha.

Me moví incómodo en mi banco, le consulté una duda a mi compañero de remo, me quemaba en la conciencia. Miré a Marcos, pero no se percató de mi mirada.

-Marcos, ¿seguro que esta galera suministra al ejército de la Iglesia?

-Tan seguro como que yo acabo de salir de una celda de la Inquisición y sigo vivo. Si no voy a servir a la Iglesia, entonces que me parta un rayo.

-¿Y qué hay de la muchacha? Ningún ejército cristiano-angélico aceptaría exclavizar a una mujer, ni siquiera para...para...- me bloqueé.

-Para el sexo, ¿no?

-E-eso - tartamudeé.

-No estoy muy puesto en el tema, deberíais saberlo, tú eres un Templario ¿no?

-Sí, por eso me extraña todo esto. Sin embargo nunca he estado en el ejército.

"Es imposible, la Iglesia no puede permitir la existencia de exclavas sexuales en su ejército...¿Qué clase de hipocresía sería esa?"

-En cualquier caso...Isaac, será para los soldados libres y mercenarios del ejército, si quieres pensar bien de tu Iglesia. Pero si quieres mi opinión personal, te diré que los Templarios también son hombres, y el hombre tiene muchos defectos y ni qué decir vicios, aunque los oculten y luego se las den de soldados de la Hueste Celestial y del mismísimo Dios, altos, justos y puros.

Miré atrás. La escena de atrás se seguía desarrollando. La muchacha perdió las fuerzas, pero siguió gritando intercalando sollozos.

-Amordazadla.-fue la sentencia de Lúan tras el azote- Lo siento chica, no sé que crimen has cometido, pero ahora perteneces a la Iglesia.


Dejé mi remo y me levanté. Lúan echó mano al látigo, solo por si acaso.


-Lúan, libérala. -comencé con miedo, pero fuí elevando la voz un poco cuando se hizo el silencio entre la chusma- Entiendo que envíen a estos desgraciados pecadores al servicio militar forzoso por la Gracia de Dios, la humanidad sobrevive gracias a ello, pero es imposible que mi Matter Ecclesia haya ordenado que esta muchacha sea humillada y maltratada por mis hermanos de armas.

Lúan se carcajeó con ganas.

-Mira muchacho.- suavizó un poco la voz conmigo y me sentí como un farsante, me trataba con un respeto que no merecía, solo por un título que apenas sentía mío.- Lo siento, yo no seré un Templario, ni un letrado, ni nada de eso, pero sí hago lo que se me ordena a rajatabla y no me tomo nada por mi cuenta. Si te hace sentir más tranquilo,- empezó a rebuscar en sus saquillos y me dió un pergamino enrollado- te dejo que le eches un fugaz vistazo a estas órdenes de la Inquisición, aunque no sepáis leer estoy seguro de que reconoceréis el sello de un Cardenal.

Hice como si mirase el sello solo, ya estaba acostumbrado a fingir que no sabía leer. Nadie podía saber leer excepto un clérigo, aunque yo hubiera iniciado mis pasos en esa senda. Sí...estaba escrito que aquellos hombres iban a la milicia y si había alguna mujer se la redimía pero que su destino era cubrir las necesidades (ya fueran físicas o espirituales) de sus hombres en el frente. Una manera educada de decir que iban a prostituirla. Inconfundiblemente tenía un sello Cardenalístico, otro Obispal y otro del Juez del Palacio de Justicia de Florencia, de donde procedía la muchacha.

"Frederik Sciponna, Cardenal del Consistorio y señor de la Marca Emilia Romagna.
Faustino Paissan, Obispo y gobernador de Florencia.
Mateus Petrov, Juez Inquisitorial del Palacio de Justicia del feudo florentino"

Me sorprendió reconocer un nombre, el del Obispo Faustino, con el que tuvimos un pequeño altercado debido a que mi compañía de Templarios Negros descubrimos su corrupción, ya que traficaba con tecnología prohibida...por no decir que era un traidor de cuidado.


"¿De verdad mi Iglesia permite estas cosas?" pensé mordiéndome el labio hasta hacerlo sangrar. Le devolví el pergamino a Lúan.

-¿Ves? Está todo en orden. Amordazadla.

-¡Piedad! ¡Mi único crimen fue amar! ¡No quiero pertenecer a nadie!- fue lo último que dijo antes de ser callada.

-Venga, no será tan malo para ti. Si no fueras propiedad de la Iglesia...-se acercó a ella y le farfulló al oido-, quizás tu y yo nos habríamos conocido mejor. Ya me entiendes.

La muchacha profirió un rugido de asco y se puso a llorar hasta quedarse dormida consolada por el balanceo de una pesadilla. Lúan desapareció para dirigirse a la arrumbada. Miré a mi lado, mi compañero de mi izquierda, un tipo que llevaba un tatuaje a la espalda, que apenas podía ver por la ropa, me estaba mirando con un mensaje en sus ojos que no sabría descifrar. Volvió a mirar al suelo apesadumbrado y me soprendió que hablase.


-Tormenta. Lo noto en los huesos. Mala zona para naufragar...Que se apiade de nosotros, sea quien sea. -murmuró.


"Es normal que sea pesimista pero tampoco debería ponerse cenizo" pensé frunciendo el ceño mientras le echaba una mirada reprobadora. Miré a través de las tablas, los rayos de sol entraban y me dañaban los ojos acostumbrados a la sombra.

"Pero si hace un día soleado...¿eso de allí es una nube? ¿eso fue una gota? Mierda".


Una gota me cayó, luego otra y otra. Nos pilló una tormenta. La peor que haya visto. Normalmente uno suele ver rayos y esperar algunos segundos para escuchar los truenos, sin embargo, nosotros los escuchamos justo cuando caían...estábamos justo bajo la tormenta. Y las órdenes empezaron a cruzar el turbulento viento.

-¡Arriad la vela! ¡Meted los remos dentro de la embarcación!

-¡Patrón, está entrando el agua!- gritó Timmy avanzando con presteza entre todos nosotros, supongo que ese era el motivo de llevar un niño, que podía moverse perfectamente por espacios pequeños y ser el enlace de la proa con la popa.

-¡Achicad el agua malditos perros de agua dulce!

Empezamos a trabajar como si de una colmena encolerizada se tratara. Los de mi banco recogimos presto el remo. Me arrastré al banco de atrás, hacia proa, para ayudar a la muchacha, que había despertado y estaba fuera de sí. Le quité la mordaza y las ataduras.

-¡Coge este cubo y achica agua!- le grité.

Juan volvió de la proa.

-La vela ya está. Ahora solo quea confiar donde nos va a dejá la Virgen y el Señó.

-¿No podemos hacer nada?- mis pies estaban helados y necesitaba actividad.

-Ahora estamos a merced del mar. Él decide ahora cual es nuestro destino.- dijo mi compañero de banco bastante tranquilo. Se tocaba los dedos, donde estaban las huellas de haber llevado muchos anillos anteriormente.

La muchacha vomitó, pero el olor ya no podía ser peor entre tanto hombre, orina y excremento. Yo también acabé vomitando por el mareo de todo aquello. No fuí el único. Mi compañero se quedó indiferente. Marcos se estaba santiguando. El tatuado estaba pensativo...debía estar demasiado acostumbrado a estas cosas.

-Nos estamos acercando a una zona que el mar siempre ha vedado a la humanidad.- dijo, como si le diera igual si alguien le escuchara.

-¿Qué quiere decir?- Marcos dejó de santiguarse y se interesó por los comentarios misteriosos de mi otro compañero de remo. Él solo se limitó a mirarnos y a sonreirnos para dar un poco de consuelo.

-Espero equivocarme...pero conozco demasiado bien estos mares, tanto como la palma de mi mano.

-¿Eres un marinero?-le pregunté agarrandome con fuerzas lo mejor que podía a la crujía. Las embestidas del mar y el cielo oscuro incrementaron y apenas podíamos escucharnos por encima de los truenos.

-¿Marinero?-empezó a reir con nostalgia- No, para nada...yo era libre en el mar. Pero si no calculo mal, la corriente nos estará arrastrando hacia Córcega.

-¡¿Qué?¡- solté un momento la crujía para santigüarme.- Que Dios se apiade de nosotros.


-¿Y qué pasa con eso?- preguntó Marcos, que no parecía conocer el significado de esas palabras.

-Eso significa, amigo mío, que pronto estaremos rodeados por rocas, humo, fuego y un Inferno sobre el mar...y Dios (o el Señor de las Moscas) sabe qué Demonios se ocultan ahí. Es una zona que hace siglos que le está vedada a los mortales.

-Incluso a los Ángeles...-completé yo recordando mis lecciones de la Historia Apocalíptica, las islas alzaba sobre el mar Mediterráneo el Firmamento Samaelita, pero la Orden fue destruida, su destino incierto y sus registros destruidos. Nadie supo qué pasó porque nadie ha vuelto o ni siquiera se ha aventurado allí. Sobre ella un Inferno bailó hasta la saciedad sobre las dos islas dejándolas estériles de vida y dejándo una jaula de marcas pestilentes. Actualmente el Inferno se aleja de las islas y bordea de forma lejana Iberia.

Me acordé de Amelia, Duncant y todos mis compañeros. Quizás este viaje para reconciliarme con Dios, con mi madre, con todos los que había hecho sufrir y limpiar mis manos de sangre inocente, iba a acabar pronto.

El mar quería mostrarnos algo y no podíamos hacer nada para negárselo.

1 comentario:

  1. La próxima vez que me digas que no escribes, o que no tienes inspiración, te pegaré. Así que piénsatelo =P

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