sábado, 22 de agosto de 2009

Conversaciones a oscuras.

Entre tinieblas buscaba acariciar el sonido del romanticismo. Y entre penumbras allí lo hayé, pues siempre estaba en el mismo lugar, y allí debía permanecer en la oscuridad. Abrí delicadamente sin poder ver, la caja de que guardaba sonidos por arrancar. Sin embargo, se asustó, pues estaba muy oscuro, y era evidente que no eran horas.

-¡Recontracorcheas y semicorcheas!-maldijo el asustado.-¡Por las claves de sol y fa!¿Qué horas son estas?
-No puedo dormir.-dije a modo de disculpa mientras le acariciaba sus dientes de marfil.
-Vaya, pues no te quejes por el calor, que a mí la humedad me deja para el arrastre y nunca me quejo. Y encima, solo me afinan una vez al año. Uno tienes también sus necesidades y no está hecho de piedra ¿sabes?-soltó malhumorado y después comenzó a murmurar para sí mismo-¿Mmm?¿Cómo sería ser de piedra?
-No, no es el calor, solo los ángeles, que me han desvelado. Tranquilo solo ocuparé un poco de tu tiempo.
-¿Tiempo?¡Tempo!- me corrigió mi interlocutor irritado.
-Eso, tempo.
-Pues nada, a su disposición señorito, más le vale que me utilice para buenos fines, a veces no me gusta ni a mí escuchar mi propia voz, así que cuidado con lo que me haces decir, o a ver las melodías que me sacas...
-Oye, solo quería unos nocturnos...
-¡Chitón! A mi me construyeron para ser escuchado, no para escuchar, así que callate y empieza. En cuanto a los nocturnos, de Chopin ¿no?-no me dejó ni contestar y siguió la parrafada- Es lo más acertado que ha pasado por tu cocorota, ya que es de noche. Nocturnos, noche ¿Lo pillas?-ni siquiera intenté disimular ante un chiste tan malo, si es que a eso se le puede llamar chiste.
-A veces no sé ni cómo te soporto. Diez años aguantándote.
-Já. ¿Y crees que yo no te tengo que soportar? Maldito niño. Empecemos cuanto antes.
-Encenderé la luz.-dije mientras lo acompañaba con la acción.
-Argggg ¿Pero qué haces? Es de noche y hace luna llena. ¿Qué mejor manera de tocar un nocturno que a la luz de la luna y a oscuras.
-Tienes razón. Y ahora, cállate.-le pedí mientras me situaba frente a él.
-Dudo mucho que eso pueda ser, si quieres continuar.-me advirtió él, que era lógico, incluso antes de empezar, me cansaba.

La última nota se apagó cuando la noche se consumió.

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