jueves, 8 de agosto de 2019

8 de Agosto

Pensaría uno que, después de tanto tiempo, ya no podría escribir más sobre el amor. Pero no es así. Igual que un corazón no deja de latir mientras tenga vida, uno no puede de dejar de dibujar en sangre los gestos que has impreso en mi durante nueve años.

Pero tampoco es tan difícil seguir escribiendo el 8 de agosto. Y te voy a contar el secreto por fin.

Es el siguiente.

Cuando yo intento escribir no soy yo el que escribe, sino que soy yo el que te lee. Porque interpreto tu sonrisa y tus lágrimas, tu forma de jugar conmigo, la fuerza y la ternura en tus abrazos…lo que pasa en realidad es que tú escribes lo que yo siento.

Siempre hablé de estrellas, de constelaciones, del tiempo que vuela. Pero nada de eso venía imaginado por mí. Todo ese paisaje lo decorabas tú, pero era un horizonte venido de tu presencia y mi sueño, que es tu presencia. Todo es una paradoja. Leerte es escribirte, besarte es besar un beso, escucharte es que mi mente quede en calmado silencio.

Cada año que pasa te beso más y más lejos.

Perdona tanta palabrería. A veces me obsesiono con buscar una nueva forma de besarte, una forma en la que me entiendas, o decirlo de forma emocionante, o hermosa o diferente…
Y a veces todo es tan sencillo como arrancarme las uñas y escribir simplemente que te quiero.

Quizás este sea mi beso más descarnado y sin disfraces. Aquí viene:

Te quiero.

Muchas veces solo eso basta.

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