Un mordisquito en la nariz puede ser el Big Bang más divertido de todos los tiempos. Y desde el origen de esa maravillosa explosión no puedo parar de darle mordisquitos a todo intentando probar el sabor de mi vida a tu lado: sabor a montaña, agua, lluvia, sombra, nubes, sol y luna, desde el azúcar de tu sonrisa, hasta la sal de las lágrimas, pasando por la pimienta de nuestras coincidencias y a la amargura de cuando nos distanciamos. Todos los sabores son imprescindibles para aprender a cocinar mi amor por ti.
Pero el mejor de los sabores es el consuelo de tus dedos dibujando vientos en mi brazo mientras coloreamos nuestro hogar.
Y te miro y pienso que cómo es posible que te eche de menos aun estando conmigo. Y me asusto en muchas ocasiones como un niño porque temo que mi luz no sea suficiente para que me veas tras las tinieblas del espacio por el que volamos.
Sigo volando a tu lado hacia este cielo estrellado donde todo parece quieto, pero dentro de mi siento que haces volar mi imaginación a la velocidad de la luz. Veo las cosquillas en mis dedos atravesando los océanos de fuego de tu pelo, navego por las aguas calmadas y dulces de tu mirada y descanso en tu sonrisa. A veces, parece que las estrellas se caen y todo se traga por la oscuridad, pero en esa tiniebla tus ojos son como dos luceros que me siempre me guian a casa.
Me miras y frunces tú labio y me derrito. Y me deshago si me tropiezo contigo y te lastimo sin querer. Y aún pudiendo quedarme a oscuras seguiré echando de más en enseñar a bailar a las estrellas, echaré de más en buscar a luciérnagas que me ayuden a brillar para que me puedas ver y alumbrar donde necesites luz. Sigo volando y de puntillas siento que corremos por las olas de un cielo de espuma donde te miro e intento soñar como inventar los días en las noches y la oscuridad en cielos con luna.
Inventaría todas esas cosas solo por construir nuestra casa en los cielos y que me veas incluso si no brillo. Pero si me sonríes me enciendo como el sol que se besa con el mar al atardecer.
Porque hay algo que no cambia y es que tu eres mi hogar y, aunque digan que uno no elige lo que sueña, yo elijo soñar contigo. Tú eres mi sueño. Tú eres mi hogar. Y estaré en casa con mi fuego, quizás no grande, quizás no gracioso, pero pequeñito y que baila cuando piensa en ti.
Baila porque imagino el futuro que constriiremos juntos. Descubriríamos en las esquinas de nuestro hogar mundos que aún no se han narrado, iremos a la vía láctea a desayunar tostadas, navegaremos a sitios donde jugar y compartir con los demás nuestros amor y todos buscarían el calor de nuestro hogar como el sagrado refugio que crearemos, con un peludo de cuatro patas que protegería nuestro hogar. Y te besaré en todas las esquinas cada vez que me tropiece contigo, y te desearé las buenas noches todos los días.
Intentaré seguir aprendiendo a escribir que te quiero. No sé si lo conseguiré, pero si se que lo seguiré intentando por siempre. Eso y que hoy brillo junto a ti un año más.
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