jueves, 17 de septiembre de 2009

El bosque del Hada Mingsshu

Él estaba seguro de que se habían perdido. Delante de ellos se podía ver un verde bosque.
-¿Dónde demonios estamos Maia?
La niña se giró para mirarle sin ver, acariciando el gato negro que llevaba en sus brazos.
-En el Bosque del Hada Mingshu- respondió sombría.
Por supuesto, él había oído hablar del mítico bosque, pero siempre había creído que eran cuentos para niños, ya fueran para dormir como para que no. Siguieron caminando por el linde del bosque pisando las hojas caídas de los árboles.
Él se detuvo y ella siguió caminando adentrándose en el bosque, al no oír los pasos de él, Maia se detuvo.
-¿Tienes miedo?- le dijo ella con una sonrisa, intentando que el gato negro no se le escapase de entre las manos.
-¿Yo? De qué iba a tener miedo. El horror de la batalla es mi vida. He mirado la locura a los ojos, y dudo de que esté realmente cuerdo. He visto a la muerte cara a cara, y me ha dicho que hay cosas peores que ella misma. He visto cosas que ni siquiera podrías llegar a imaginar. Espero que nunca las veas.
Ella sonrió y entrecerró sus blancos ojos, buscándole con la mirada. Él se reajustó el sombrero picudo.
-No estés tan seguro. Pero tranquilo, no las veré, al menos no con los ojos. Vamos.
Él no se movió.
-Espera, no sabemos lo que hay en ese bosque, podría estar corrupto.
Maia parecía estar cansándose.
-Sabía que tenías miedo. Todos los cazadores de brujas sois iguales, tenéis miedo de lo que no conocéis. ¿Qué vas a hacer entonces, quemar el bosque?
-Sabes que no. Pero… ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué sabemos del Hada Mingshu?
Maia bufó.
-¿Importa eso? Solo sé, que la esperanza de evitar que Lilith rompa el último sello se encuentra en ese bosque, o puede que en sus habitantes.
-¿Cómo lo sabes?
-Lo he visto.
-¿Otra vez tus sueños?
-No son simples sueños. Es el futuro, aunque sea borroso e incierto. ¿Por qué crees que los cazadores de brujas me querían en la hoguera? Te creía más listo.
Él carraspeó. Cuando quería, Maia sabía sacarle de sus casillas. A veces se volvía odiosa a pesar de su aspecto infantil y adorable.
-No sé por qué confío en ti, después de todo, eres una bruja.
-Entonces ¿Por qué me salvaste de la hoguera?
-¿Por qué? Vi la fuerza de mi hija en ti cuando te miré a los ojos. Por eso no prendí fuego a la pira donde estabas atada. Supongo que después de perder a mi hija comprendí que la pureza se lleva en el corazón, y no en la influencia que tengan los Dioses sobre tu cuerpo mortal.
-He de reconocer que sólo dos personas lograron capturarme. Tú tuviste suerte, pero Salem Traugott no-dijo muy feliz acariciando al gato negro- ¿Verdad Salem? Mira como le gusta que le arrasquen la tripita a Salem. Mira como ronronea. Que mono es-parecía realmente feliz. Maia soltó al gato negro a la hierba- Venga Salem, guíanos.
Salem echó a andar hacia el Bosque de Mingshu, haciendo sonar su cascabel, seguido de Maia y detrás, yo.
-Te lo advierto-comenzó a decir Maia-lo que tengas que afrontar en el bosque, lo harás solo.
“Entraré solo para acabar contigo Lilith, por lo que le hiciste a mi hija, nuestra hija. Porque te odio tanto como te he amado”
Cuando se adentró en el bosque pensó:
“Ya no hay vuelta atrás”

1 comentario:

  1. No siempre hay vuelta atrás en los caminos. El camino de la venganza no permite mirar el camino recorrido, si no queremos perder la cordura

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